Concepción Arenal
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Me llamo Concepción Arenal y nací el 31 de enero de 1820, en Ferrol (La Coruña), fallecí el 4 de febrero de 1893.Mi padre fue castigado en varias ocasiones por su ideología liberal. Como consecuencia de sus estancias en prisión, cayó enfermo y murió en 1829, por lo que quedé huérfana de padre a los nueve años, poco después murió mi hermana pequeña, entonces mi madre se trasladó, con mis otra hermana y conmigo, a Madrid.
Nos crió con una formación religiosa muy exigente, mi educación se centraba en cómo ser mujer, y yo siempre tuve ganas de aprender, por lo que estudiaba por mi cuenta, estudiaba italiano y francés y leía mucho de filosofía y de ciencia. Mi vocación era ser abogada. Como no me dejaban estudiar, decidí hacerme pasar por un hombre; me corté el pelo y me puse traje, capa y sombrero. Así entré en la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid de libre oyente. Fui descubierta pero conseguí que me hicieran un examen de admisión que aprobé y pude asistir a las clases con pleno derecho, aunque recuerdo que cada mañana me recogía un bedel y me llevaba a un aula en la cual yo me sentaba apartada de los demás. En la universidad conocí también a Fernando García Carrasco con el cual me casaría y tendría hijos. Me casé pronto, pero a mi marido nunca le importó que siguiera vistiéndome de hombre para asistir a determinados actos sociales vetados a las mujeres. |
Fui una experta en derecho, pensadora, periodista, poeta y autora dramática. Luché contra la marginación de la mujer, de los obreros y de las injusticias sociales.
Mi lucha se centró también por la mejora de los hombres y las mujeres en las cárceles, que vivían de una forma penosa. Me quedé viuda muy joven, a los 35 años, y finalmente fallecí a los 73 por una enfermedad respiratoria después de toda una vida dedicada a la reforma social. Durante toda mi vida defendí varias obras, las que considero más importantes son: La mujer del porvenir (1869): es un tratado en el que analicé la inferioridad en la que vive la mujer y la marginalidad que sufre respecto del hombre. A la vez, aporté medidas y soluciones para acabar con dicha situación, como mejorar su educación. La mujer de la casa: (1869): esta obra critica a quienes defienden la inferioridad de la mujer por razones biológicas y aboga por el ascenso de las mujeres por la educación. “Odia al delito y compadece al delincuente”. “El hombre que se levanta es aún más grande que el que no ha caído” |