Jane Goodall
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Érase una vez una niña llamada Jane, que vivía en una granja con su madre, rodeada de muchos animales: vacas, caballos, cerdos, gallinas… ¡Y personas y animales vivían juntos!
Un día le encargaron recoger los huevos de las gallinas. Jane tenía una gran curiosidad por saber cómo ponían las gallinas los huevos, así que se escondió dentro del gallinero y esperó, y esperó y esperó, hasta que una gallina entró, puso un huevo y Jane lo vio. Tan entusiasmada y contenta se sintió, que se quedó allí durante 4 horas mientras que su madre la buscaba e incluso, asustada por no encontrarla, llamó a la policía. Pero, cuando apareció Jane tan emocionada, su madre no pudo reñirle, sino todo lo contrario, se sentó y escuchó su historia cargada de entusiasmo. Jane, además de gustarle mucho los animales, era una apasionada de los libros, pero estaban en tiempos de guerra y su familia no le podía comprar libros. Así que ella, como niña inquieta y entusiasta, ahorraba cada vez que le daban su paga, para poder comprarse un libro en una tiendecita que vendía libros de segunda mano. Una vez encontró un librito, que se llamaba Tarzán de los monos, del cual se enamoró, y aunque sabía que Tarzán no existía, ahí descubrió que quería irse a vivir a África con los monos. Quería escribir libros sobre ellos, pero todo el mundo se reía de ella porque no tenía dinero: eran tiempos de guerra, África estaba muy lejos, era una chica y según los demás, ella no podía hacer eso; las chicas no hacían esas cosas. |
Pero su madre, tan maravillosa como siempre, le dijo:
- Si de verdad quieres ir a África a vivir con los monos y escribir sobre ellos, debes trabajar muy duro y aprovechar cada oportunidad, y nunca, nunca, nunca te rindas. Años más tarde, Jane empezó a trabajar con los chimpancés, nunca nadie lo había hecho antes. Louis Leakey, antropólogo y profesor de Jane, le dijo que la mujer era mucho más observadora, lo que aún la animó más a en esa misión que iniciaba y que había sido su sueño: estudiar a los chimpancés. Durante años y años de duro trabajo, Jane se ganó un hueco en el mundo de las ciencias. Era un ejemplo a seguir para todos/as, ya que consiguió hacer lo que quería y le gustaba pese a todas las circunstancias que se lo impedían. Se convirtió en un icono entre las mujeres, por ser luchadora, constante y paciente, y su estudio, aún sigue activo hoy. ¡Y colorín colorete, los chimpancés y Jane Goodall nos saludan atentamente! |